martes, 30 de diciembre de 2008

Amor prohibido.


Te escribo desde las blancas arenas de mi sufrimiento, rogándote que vuelvas a mis brazos de terciopelo, esos brazos que alguna vez te cobijaron y que ahora están vacíos, sin dueño.

Como añoro tus labios rojos, de rubí,
fuente insaciable de poesía, repleta de besos,
besos que nunca probé, que nunca fueron míos,
que ahora están difusos, borrados por el tiempo.

Quisiera retornar a tus almidonados ojos de almendra,
que se posen, una vez más, sobre la tristeza de los míos,
que recuerdes el pasado, los momentos compartidos,
el amor profesado, pero jamás correspondido.

Tu voz enciende la llama de mi corazón herido,
el cual vive y reina por tu amor escondido,
mi cuerpo reclama, paciente y en silencio,
las manos misteriosas de este amor prohibido.

Rosa de sangre, espinas del olvido,
deja que mi alma, en tus sueños haga un nido,
para habitar por siempre en ellos,
y tenerte a mis brazos cuando te encuentre dormido.

Amor de un adiós lejano y ambiguo
amor confuso, hermoso, callado, prohibido...
arriba sin cuidado a la frescura de mis puertos,
o piérdete en mi mar, guiado por el viento
para encontrar la felicidad, en este mundo sin sentimiento.

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